Ceremonia de los Goya. Lectura política.

Ayer tuvo lugar la 25ª ceremonia de los Goya, la gran fiesta anual del cine español. Y digo que tuvo lugar y no que se celebró. No son palabras escogidas al azar. La ceremonia estuvo rodeada de polémica y sus principales (esta vez, literalmente) actores no tuvieron tuvieron problema en dar rienda suelta a la controversia. Conocían la impagable publicidad que conseguían a costa de la morbosidad generada. Y no la generaba la figura de Alex de la Iglesia, sino su foto junto a la ministra del ramo, impulsora de la ley contra las descargas ilegales en internet Ángeles González Sinde.

El amigo Buenafuente empezó la gala haciendo chistes sobre la tensa situación, descolgándose del techo como un angelito vestido de blanco (con permiso de un endiosado Resines) y alegando que era una descarga legal.

La ministra aprovechó su minuto de gloria en la alfombra (este año, sí) roja para repetir su consabido discurso sin moverse un ápice. El todavía presidente de la Academia del Cine, tomó la reválida en un astuto discurso de despedida hacia la mitad de la gala, en el que, sin proponer demasiadas soluciones, explicó que "los internautas" no son tal, sino que son ciudadanos. Símplemente gente. La misma gente que les da de comer y les permite ser unos privilegiados por poder dedicarse a lo que se dedican. Que la industria debe buscar el cambio de modelo en lugar de evitar el tráfico de información libre y que las decisiones que se tomen ahora marcarán un punto de inflexión de cara al futuro del cine. Por último, dedicó unas palabras a quien quiera que sea el próximo presidente de la Academia, de quien dijo "aún no le conozco, pero ya le quiero".

El aplauso entre el público fue unánime pero no atronador y no deja entrever si existen posturas cercanas entre los miembros de la academia, ya que respondía, no a las palabras previas del orondo nominado, sino al reconocimiento a su trabajo durante el tiempo que ha sido presidente.

Incluso Mariscal, que recibió un premio por su primera incursión en el mundo del cine de la mano de Trueba con "Chico y Rita" se decidió a posicionarse, aunque no quedó muy claro de qué lado quedó. Expresó que es un gran internauta, pero el cine lo prefiere en el cine. Con su pantallón y su dolby surround. Tuvo que repetirlo un par de veces para que entendiéramos el mensaje.

Aún hubo tiempo para alguna que otra reivindicación. El ínclito saltador, Jimmy Jump tuvo tiempo de irrumpir en el momento cúlmen de la gala, justo antes de la entrega del Goya al mejor actor, cuando se preveía que el internacionalísimo Javier Bardem subiría a recoger su premio. No solo le dieron la oportunidad de subir al escenario, sino también de dar su pequeño discurso, en el que dedicaba su Goya a todos los saltadores. Televisión española trató de no mostrar sus imágenes y, en un momento de desconcierto, el espectador medio no sabía de qué iba el asunto. Las caras de Bardem, Tosar, De la Torre se mostraban a pantalla partida mientras la extrañeza se apoderaba de su gesto. Hasta la foto de Ryan Reinolds, el cuarto nominado que no acudió a la gala, se torció de sorpresa. Por cierto, qué mal le queda a Buenafuente ponerse serio.

Al final, todo transcurrió con calma, pero lo que ocurriera a la hora de los copazos probablemente, nunca lo sabremos.