
El único capaz de hacerme cantar aún sin entender lo que canto (a muchos les pasa con muchos, pero a mí sólo con él). Recuerdo kilómetros y kilómetros con mi antiguo walk-man, en unos años en que no me quería nadie, porque yo no me quería. Pero él sí me quería. Y no me exigía. Y me escuchaba.
Y tanto clonacepam, y tanto circo, y tanto nadar contracorriente, y uno se va haciendo grande pero más pequeño cuando te susurra. Y nada fue lo mismo porque yo ya supe que en mi guitarra quedaba aire puro, y que nunca sería un virtuoso porque mi padre me lo decía, pero que si al cantar alguien se calla, será porque soy un cantante. Como Andrés. Sólo un cantante.
Gracias, Andrés.
0 comentarios:
Publicar un comentario